miércoles, 23 de enero de 2019

Samira (Cuéntamelo)

Os dejamos a continuación el relato de Claudia González Arnaiz titulado Samira y con el que consiguió el primer premio del II Certamen de relatos por la tolerancia en su categoría. Claudia fue alumna del centro y ahora está en el IES Bueno Crespo.


SAMIRA
Todos me llaman Max, aunque mi nombre es Máximo, soy de café con leche, café por mi padre y leche por mi madre.
La niña que está a mi lado, sentada en una silla de rueda de colores como pegatinas, se llama Samira.
Samira es del Sáhara. Los que me conocen saben que mi familia es especial, mis padres son médicos y mi tío cooperante, y ha traído a Samira y a su madre a España para que la vean los especialistas. Las piernas de Samira se fueron debilitando poco a poco. Como los saharauis viven en campamentos de refugiados ella no pudo ir al médico y en su cama se quedó hasta que una ONG una silla le llevó. ¡Vaya sin quererlo me ha salido un pareado!
A Sami no le funcionan las piernas, pero la cabeza y las manos a las mil maravillas, ya ha aprendido a hablar español, a mí que me encantan las palabras bellas, me está enseñando a decir amigo, felicidad, amor … en hassanía, que es la lengua del pueblo saharaui. El hassanía en un dialecto que proviene del árabe, y como yo no sé el alfabeto árabe, ella utiliza el alfabeto latino y escribe las palabras como se pronunciarían.
Cuando Sami y su mamá llegaron a casa usaban el hiyab en todo momento. Para los que no sepan de qué hablo me refiero al velo que usan las mujeres para cubrir la cabeza y el pecho, en presencia de varones adultos que no sean de su familia o en presencia de mujeres adultas no musulmanas. Ahora en casa no lo usan, con ese simple gesto nos están indicando, sin palabras, que somos familia.
No me sorprendió verlas con el hiyab, tengo compis de clases que lo usan y para mí es normal, lo que me llamó la atención de la madre de Sami es el “jlajel” que son unas alhajas en forma de ajorcas que lleva en los pies. Me encanta aprender cosas de otras culturas y así enriquecer mi vida.
Mi perro Bruno, que es un trasto, enganchó sus patitas en el cable de la aspiradora, mientras mí padre limpiaba el salón, y rompió el enchufe, se quedó toda la casa sin luz, Fatima, sin tilde porque es un nombre musulmán, cogió un destornillador y lo arregló en un pis pas. ¿Quién dice que las mujeres no pueden ser unas manitas?
En casa nos repartimos las tareas domésticas, los viernes después de cenar nos sentamos y decidimos que le corresponde a cada miembro de la familia, y por supuestos ellas dos entran en el reparto:son parte de la familia. Si esa semana papá cocina (que por cierto me encanta, hace comida típica de Angola, su país, la comida de allí es muy rica y sabrosa) y plancha; mamá pone la lavadora y friega los platos … Cada cual debe hacer su propia cama y ordenar su habitación. El sacar a Bruno, para que haga sus necesidades también va en el reparto de las tareas. A Sami le encanta sacar a Bruno, con un palo selfie recoge las cositas del perro. Los perros no son sucios, los guarros son los dueños.
Como he dicho antes me encantan las palabras, aprender distintas culturas, la comida de Angola… pero lo que no me gustan son los lunes, son un rollo, primer día de instituto después del fin de semana. ¡Menos mal! que los lunes me acompaña mi amigo Gustavo Jefferson, él es mi “kawsaqi”, es decir, mi mejor amigo, pero escrito en quechua. A Gustavo le encanta empujar la sillita de Samira, dice que es su fórmula uno.
Gustavo es granadino, tiene un acento que lo delata vaya donde vaya, pero sus padres son de Perú, y como sabe que me encantan las palabras me habla mucho en quechua.
El idioma no debería ser una barrera entre las personas, sino parte de nuestra riqueza universal y en estos tiempos en los que el inglés está tan de moda, deberíamos aprender lenguas minoritarias para que no caigan en el olvido y se conviertan en lenguas muertas.
Mi hermana también nos acompaña al instituto, ella y Samira se han hecho super amigas.
A Samira le encanta ir al instituto, en su país no hay escuelas, y las pocas que hay están muy lejos de donde ella vive, por lo que debería atravesar un gran territorio para llegar allí. Una de las cosas que más me chocó, es que los niños y niñas de su país se alegran por ir a la escuela, y aquí en España, lo último que queremos hacer cada día es ir a la escuela y tener que estudiar y hacer deberes.
Estos días estoy muy emocionado, dentro de poco los médicos operarán a Samira; ellos dicen que si todo sale bien con una buena rehabilitación podrá caminar. Ella dice que no está nerviosa, pero yo se que sí, por las noches la escucho rezar y pedir a Alá que todo vaya bien.
La mañana de la operación mis padres, Fatima y Samira, se levantaron muy temprano, prepararon todas las cosas y se dispusieron a marchar al hospital. Como esa noche no pude dormir, ya estaba despierto antes de que se fueran, por lo que me levanté y fui a despedirme de ella y a darle toda la suerte del mundo.
La operación salió muy bien. Con la ayuda de los fisioterapeutas Samira ha empezado a andar con muletas, en la última revisión la doctora le dijo que dentro de unos meses podrá dejar las muletas, justo para nuestro viaje de verano. Estuvimos pensando llevarla algún sitio turístico, para que conociese cultura y costumbres, después de mucho pensar, decidimos ir a la India, ¡ qué lugar mejor donde vivir una experiencia inolvidable y conocer el lugar donde nació mi prima!
La cosa que más me gusta de allí es la forma de saludarse diciendo la palabra namaste y uniendo las manos frente al pecho. En este país es raro ver un hombre y una mujer abrazarse o darse la mano, no siendo así en el caso del mismo sexo, ya que es habitual ver a dos hombres andar con las manos tomadas, lo cual sería raro en cualquier región de Europa o América. Muchas veces pensamos que la costumbre de llevar el velo las mujeres en la religión musulmana es una violación a sus derechos por ser mujer, y sin embargo vemos normal que en la India los hombres llevan barba y usen unos turbantes, los cuales son denominados sikhs.
La comida de ese país me encantó, sobre todo el masala dosa que es una crepe salada y el pollo tandoori. Allí rechazar comida que cualquiera te ofrece es de muy mala educación, en las grandes celebraciones como las bodas, cumpleaños y otras festividades, como muestra de respeto se da de comer con la mano directamente en la boca a los demás comensales y en las casas se suele usar un solo plato para varias personas.
Otra de las cosas que me encantó de nuestro viaje es la foto que nos hicimos en el Taj Mahal. Hablando de fotos me encanta la foto de mi vida, Samira saharaui, mi padre negro, mi madre blanca, Gustavo indio, mi hermana asiática y yo café con leche, tampoco me puedo olvidar de mi prima, ella es adoptada como mi hermana y es de la India.
Pensándolo mucho otra de las cosas que me encantan es este mundo en el que podemos vivir personas de distinta raza, religión, opinión. Me encanta lo que me cuentan los que viven lejos y los que viven cerca; me encanta que mi padre me cuente cuentos africanos (todos tienen una moraleja al final),el que más me gusta es el del “El ratón y el cazador”; me encanta el pollo moamba que le sale genial a papá; me encantan las palabras de Gustavo; me encanta que Samira me lea el Corán; me encanta verme en el espejo y notar que soy distinto de ti y de todos…. Cada uno somos únicos e irrepetibles. ¡Me encanta la diversidad étnica, cultural y lingüística!
Pensándolo un poco: no me gusta que miren a Fatima por llevar el velo; no me gusta que piensen que soy extranjero porque soy mulato, y que si fuese extranjero, mi padre lo es; no me gustan que miren a Samira además de por ser musulmana por ser inválida.